viernes, 15 de noviembre de 2019

CUENTOS RESPETO Y TOLERANCIA


CUENTO UN CHOCOLATE MUY ESPECIAL


Este precioso cuento, de autoría de Eva María Riber, ganadora del Concurso de Cuentos cortos de AMEI (Asociación Mundial de Educadores Infantiles), nos habla de valores tan importantes a introducir en la educación de los niños, como la igualdad, la tolerancia a los demás y del bien común, y el respeto a las diferencias.

A través de los cuentos, padres y educadores pueden transmitir valores morales que enseñarán a los niños a ser buenas personas.

Enseña a tu hijo a ser tolerante con el cuento de 'Un chocolate muy especial'

Un chocolate muy especial. Cuentos para niños


- Mami, mami, hoy llegó una niña nueva a la escuela.

- Qué bien cariño, ¿Jugaste con ella?

- No mami, la mordí.

- ¿La mordiste? pero, ¿por qué lo hiciste?, la niña nueva estará muy triste.

- Mami, yo quería probarla.

- ¿Probarla?

- Si mami, la niña nueva es de chocolate y otros niños la llamaron negra.

- ¿De chocolate?, ¿Negra? ¡Oh! Cariño ya entiendo. Ven, acércate, siéntate junto a mi, quiero contarte una historia...

Mira, hace muchos años, en un país muy lejano, existía una pequeña aldea en la que sus habitantes vivían muy tristes porque el Sol cada día brillaba tan fuerte que solo les quedaba la noche para poder salir fuera de sus casas. Los niños no podían ir a la escuela, los papás no podían ir al trabajo...

- Pero mami, hoy también brillaba el Sol fuerte y fuimos a la escuela...

- Tienes razón cariño, pero fíjate, escucha...

En aquella aldea además de brillar muy fuerte el Sol, quemaba tanto, que los campos estaban sin flores, los ríos se secaban y si sus rayos tocaban en la piel de los aldeanos les producía unas quemaduras terribles. Entonces un día una niña pequeña como tú, le dijo a su mamá:

- Mami, esta noche buscaré al Señor Sol y le pediré por favor que deje de quemar nuestros campos, de secar nuestros ríos y de dañar nuestra piel. Él no me da miedo, la noche me protegerá y yo me cubriré muy bien.

La niña subió muy despacito una gran montaña esperando sin miedo a que el Señor Sol apareciera en el horizonte.

- ¡Señor Sol, Señor Sol!

- ¿Quién me despierta tan temprano?, Aún no ha amanecido - La voz del Señor Sol era un poco ronca pero la niña no se asustó y continúo llamándole...

- ¡Señor Sol, Señor Sol, por favor deje de quemar a mi pueblo!

Entonces el Señor Sol abrió sus brillantes y grandes ojos sorprendiéndose al ver a una niña pequeña envuelta en telas de muchos colores, despertándole tan temprano.

- ¿Qué haces aquí pequeña?, ¿Por qué llevas esas telas?, apenas puedo verte. ¿No tendrías que estar en la escuela? - Le preguntó El Señor Sol un poco disgustado.

Entonces la niña le explicó con todo detalle el motivo de su visita.

- Si me quito estas telas, quemarás mi piel clara y me dolerá mucho.

El Señor Sol se quedó muy pensativo y transcurridos unos minutos a los que la niña espero pacientemente le dijo:

- Eres muy valiente, y tienes un gran corazón porque no solo has venido por ti, así que voy a hacerte un regalo. 

Buscó en un bolsillo de su gran bola radiante, sacando de él unos saquitos que entregó a la niña diciéndole:

- Mira, dentro de estos saquitos hay unos pequeños escudos mágicos que protegerán tu piel y a todos los habitantes de tu aldea. Tu piel se oscurecerá y estará siempre protegida contra mis fuertes rayos. Para tus campos y tus ríos, mandaré a mis amigas las nubes para que preparen las estaciones de las lluvias y no se olviden de tu aldea.

La pequeña agradeció al Señor Sol todos sus regalos y marchó rápido hacia la aldea.

Al día siguiente, todos los habitantes de la aldea habían puesto ya en su piel los pequeños escudos mágicos que les protegerían de los fuertes rayos solares. Su piel se oscureció, ¡estaban radiantes! Y la aldea volvió a la normalidad.

- Mami, entonces, ¿mi amiguita viene de un país lejano?.

- Seguramente cariño, sus abuelitos o sus antepasados vinieron de lugares donde el Señor Sol quema mucho y una fina capa de su piel se oscurece para protegerles. Por eso tu pensaste que tu amiguita era de chocolate.

- Gracias mami, mañana le daré muchos besitos a mi nueva amiga, le pediré perdón y jugaremos juntas. Sabes mami, su cara estaba radiante.

FIN



Preguntas para la comprensión de texto de los niños

1. ¿Por qué una niña se ha mordido a otra en el colegio?

2. ¿Qué has entendido de la historia que contó su madre a su hija?

3. ¿Qué ha aprendido la niña con el cuento de su madre?

4. ¿Qué decisión ha tomado la niña tras el cuento?

5. ¿Qué has aprendido con este cuento?


FICHAS PARA ILUSTRAR EL CUENTO












CUENTO EL NIÑO GIGANTE

cuento derechos niños

Un día un niño muy grande llegó a un pueblo que le pareció un poco especial. Toda la gente era muy pequeña. El niño tenía mucha hambre y le dieron de comer.

Como el niño no encontró a sus padres en aquel pueblo, dio las gracias por la comida y ya se iba a marchar para seguir buscando a sus padres, cuando le dijeron que lo que había comido costaba mucho dinero y que tendría que pagar por ello. Pero el dinero que tenía el niño no valía para pagar en aquel pueblo.

Le dijeron que tendría que trabajar para pagarles su comida. El niño contestó que él no sabía trabajar porque era un niño. Le contestaron que era demasiado grande para ser niño y que podía trabajar mejor que nadie porque era un gigante.


Así que el niño que era muy obediente, se puso a trabajar. Como trabajó mucho le entró mucha hambre y tuvo que comer otra vez. Y como estaba muy cansado tuvo que quedarse allí a dormir. Y al día siguiente tuvo que trabajar otra vez para poder pagar la comida y el alojamiento.

Cada día trabajaba más, cada día tenía más hambre y cada día tenía que pagar más por la comida y la cama. Y cada día estaba más cansado porque era un niño.

La gente del pueblo estaba encantada. Como aquel gigante hacía todo el trabajo, ellos cada día tenían menos qué hacer. En cambio, los niños estaban muy preocupados: el gigante estaba cada día más delgado y más triste. Todos le llevaban sus meriendas y las sobras de comida de sus casas; pero aún así el gigante seguía pasando hambre. Y aunque le contaron historias maravillosas no se le pasaba la tristeza.

Así es que decidieron que, para que su amigo pudiera descansar, ellos harían el trabajo. Pero como eran niños, aquel trabajo tan duro les agotaba y además, como estaban siempre trabajando no podían jugar, ni ir al cine, ni estudiar. Los padres veían que sus hijos estaban cansados y débiles.

Un día los padres descubrieron lo que ocurría y decidieron que había que castigar al gigante por dejar que los niños hicieran el trabajo pero cuando vieron llegar a los padres del niño gigante, que recorrían el mundo en busca de su hijo, comprendieron que estaban equivocados. El gigante ¡era de verdad un niño!

Aquel niño se fue con sus padres y los mayores de aquel pueblo tuvieron que volver a sus tareas como antes. Ya nunca obligarían a trabajar a un niño, aunque fuera un niño gigante.

Texto de: Jose Luis García Sánchez y M.A. Pacheco.


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